EL GRAN MOLINE

domingo, 23 de octubre de 2011


              LECTURAS DOMINICALES


RECORDANDO LAS RUTINAS HUMORISTICAS AL ESTILO LUISITO MARTI...

Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre Hicimos lo que pudimos... pero nació vivo'. 


Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta. 


Como era prematuro me metieron en una incubadora... con vidrios 
polarizados. 



Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo. 



Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda. 


Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar 
de ser enano, soy profundo. 



Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban: 
'Señora, a su hijo ¿lo parió o lo tejió?' 


Mi padre llevaba en su billetera la foto del niño que venía cuando 
la compró. 



Pronto me di cuenta que mis padres me 
odiaban, pues mis juguetes para la bañera eran un radio y un 
tostador eléctrico. 

Una vez me perdí. Le pregunte al policía si creía que íbamos a 
encontrar a mis padres. 


Me contesto: 'No lo sé; hay un montón de lugares donde se pudieron 
haber escondido'. 



Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un día metí los dedos en 
el enchufe y la electricidad erró la patada. 


Era realmente flaco: para hacer sombra tenía que pasar dos veces 
por el mismo lugar. 


Pero mi problema no era ser tan flaco sino ser feo. 


Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que 
el perro jugara conmigo. 


Sí, amigos, yo soy feo, tan feo que una vez me atropelló un auto y quedé mejor. 




Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a 
mis padres para pedir recompensa. 


Mi madre les contestó que quería 
mas pruebas. 



Tuve que trabajar desde chico. 


Trabajé en una veterinaria y la gente no paraba de preguntarme 
cuánto costaba yo. 


Un día llamó una chica a mi casa diciéndome: 'Ven a mi casa que no 
hay nadie'. Cuando llegué no había nadie. 



A mi mujer le gusta mucho hablar conmigo después del sexo.
El otro 
día me llamó a casa desde un hotel. 



El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco.
Yo le dije que 
quería escuchar una segunda opinión. 'De acuerdo, además de loco es 
usted muy feo', me dijo. 



Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la terraza de un edificio de 50 pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de 
aliento. Sólo dijo: 'En sus marcas, listos...' 



El último deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en 
sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica...

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