EL GRAN MOLINE

domingo, 4 de septiembre de 2011



La mujer que come salchichón de noche,
no sabe el animal que se está comiendo
El salami es uno de los productos que el dominicano ha asumido como parte de su dieta cotidiana, que casi nunca falta en un mangú, con la cual la gente hace locrios, "asopaos", sandwiches, pinchos, o el llamado salami-burguer.
No faltan los chistes y las ocurrencias graciosas en torno al mismo, por ejemplo la del denominado "carrito", que consiste en 4 ruedas de salami y un plátano.
Tampoco han faltado las campañas de descréditos, como aquella de que lo hacen de carne de burro.
Quizás fue ello lo que llevó al veterano Blas Durán a proclamar en una ocasión en uno de sus temas que "la mujer que come salchichón de noche no sabe el animal que se está comiendo".
Lo cierto es que en términos prácticos el salami es uno de los embutidos que más incognitas provoca si se comienza a analizar su composición.
El denominado salami corriente es realmente un producto despreciable si la gente supiera la cantidad de desechos con el cual se hace y los productos que se mezclan para darle color y volúmen.
Empezando por la harina, los colorantes, los huesos triturados y los desechos de carnes que concurren en su fabricación.
Cuando la gente come un plato de salami con tostones o con un rico mangú encebollado no repara en la carga de toxinas, colesterol, grasas polisaturadas que está consumiendo.
Se parece a los cubitos de caldo de pollo llamadas "sopitas", que concentran una gran cantidad de elementos desechables como resultado de su fabricación con los desperdicios de las aves.
Tanto algunos salami como marcas de sopitas deberían ser declaradas perjudiciales para el consumo.
Pero, es algo imposible que las autoridades de salud enfrenten a los industriales y comerciantes que enferman a la gente con sus productos, diferente a lo que sucede en las naciones desarrolladas y organizadas.
El único producto cárnico en la línea de salami que hemos consumido es el Supremo Don Pedro, de Induveca, tenido como el "buque insignia" de la más grande industria de embutidos del país.
Lo venían haciendo de pura carne, sin aditamentos, eso si, con un precio de venta que triplica al del salami popular o corriente.
Sin embargo, ultimamente lo han variado, pues increiblemente hemos comprobado que algunas piezas están adulteradas con elementos extraños, como cartílagos triturados, que degradan su calidad. Quisieramos pensar que se trata de un error en la línea de producción debido a un descontrol
De lo contrario, de "Supremo" el Salami Don Pedro tendría muy poco que ostentar. 
Y aquí estamos para decirlo y certificarlo con nuestro "control de calidad".

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